José Pettenghi en diariodecadiz.es
En
pleno apogeo fascista, el Ayuntamiento de Cádiz decidió que la calle de
San Francisco pasara a denominarse del Generalísimo Franco, como quedó
recogido en el Acta Capitular de 26/2/1937.
Cuestión de prioridades.
Sin embargo un grupo de piadosísimas damas, opuestas al cambio de nombre, comenzó a darle la lata al alcalde Carranza. Lo paraban por la calle y lo visitaban continuamente para que se respetara el nombre antiguo. Tal era el acoso que Carranza ya estaba harto y un día comentó: "Si esas señoras quieren tanto a San Francisco que se compren una imagen, la pongan en su casa y le recen mucho". Finalmente San Francisco conservó su calle, y el nombre de Generalísimo Franco le tocó en suerte a la Plaza de Mina.
Cuestión de prioridades.
Eran los tiempos del alcalde Carranza; hay que aclarar que Carranza padre, pues en esa época se puso de moda que la Alcaldía de Cádiz fuera hereditaria.
Quiero decir que cada época trata de poner el nomenclator de la ciudad a su gusto, una costumbre que es válida también para el momento actual. Así, unas calles que, tarde y a duras penas, dejan de ser franquistas para ostentar nombres religiosísimos es un hecho numéricamente incontestable.
Cuestión de prioridades.
Algo que también vale, un poné, para las paradas del bus urbano. Así, cuando el bus para en sindicatos (siempre se ha llamado así), la parada no se llama 'Sindicatos', sino Avenida de Andalucía, que mide casi dos kilómetros. Estrambótico. A lo mejor es que eso de sindicatos no mola mucho a aquellos que privatizan, recortan sueldos, que hacen que los derechos parezcan privilegios y que pronto verán con buenos ojos que se convoquen oposiciones a esclavo.
Cuestión de prioridades.
Lo que ya es más difícil de entender es que hoy, todavía, haya gente que se alborote y se irrite muchísimo tanto si se aplaude la retirada de nombres franquistas, como si se critican los nuevos nombres religiosos. Tal vez les siente mal el Carcomín del desayuno.
Y es que en Cádiz sigue vivo el pleistoceno.
Cuestión de prioridades.
Sin embargo un grupo de piadosísimas damas, opuestas al cambio de nombre, comenzó a darle la lata al alcalde Carranza. Lo paraban por la calle y lo visitaban continuamente para que se respetara el nombre antiguo. Tal era el acoso que Carranza ya estaba harto y un día comentó: "Si esas señoras quieren tanto a San Francisco que se compren una imagen, la pongan en su casa y le recen mucho". Finalmente San Francisco conservó su calle, y el nombre de Generalísimo Franco le tocó en suerte a la Plaza de Mina.
Cuestión de prioridades.
Eran los tiempos del alcalde Carranza; hay que aclarar que Carranza padre, pues en esa época se puso de moda que la Alcaldía de Cádiz fuera hereditaria.
Quiero decir que cada época trata de poner el nomenclator de la ciudad a su gusto, una costumbre que es válida también para el momento actual. Así, unas calles que, tarde y a duras penas, dejan de ser franquistas para ostentar nombres religiosísimos es un hecho numéricamente incontestable.
Cuestión de prioridades.
Algo que también vale, un poné, para las paradas del bus urbano. Así, cuando el bus para en sindicatos (siempre se ha llamado así), la parada no se llama 'Sindicatos', sino Avenida de Andalucía, que mide casi dos kilómetros. Estrambótico. A lo mejor es que eso de sindicatos no mola mucho a aquellos que privatizan, recortan sueldos, que hacen que los derechos parezcan privilegios y que pronto verán con buenos ojos que se convoquen oposiciones a esclavo.
Cuestión de prioridades.
Lo que ya es más difícil de entender es que hoy, todavía, haya gente que se alborote y se irrite muchísimo tanto si se aplaude la retirada de nombres franquistas, como si se critican los nuevos nombres religiosos. Tal vez les siente mal el Carcomín del desayuno.
Y es que en Cádiz sigue vivo el pleistoceno.
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