El barco típico de las escuadras romano-orientales (bizantinas) fue, desde el siglo VI d.C, el dromon. Al principio se trataba de una galera ligera, de una sola fila de remos, con capacidad para transportar varias docenas de combatientes.
A diferencia de las viejas liburnas -galeras rápidas y ligeras, de dos filas de remos, cuyo diseño se basaba en los barcos empleados por los piratas ilirios-, el dromon contaba con un sólo mástil dotado de una vela latina triangular, innovación ésta última que algunos estudiosos sitúan en torno al siglo V y que proporcionaba mayor maniobrabilidad al barco. Con el tiempo, el dromon fue evolucionando y creciendo en tamaño, velas (3) y remos (2 filas). A mediados del siglo X d.n.e., los dromones de la flota imperial de Constantinopla eran grandes navíos impulsados –según algunas fuentes-por 230 remeros y que transportaban 60 soldados.
Su armamento tradicional (catapultas, grandes ballestas, plataformas para arqueros y espolones) se completaba en la proa con los sifones(los primeros lanzallamas) del fuego griego -una sustancia incendiaria y explosiva compuesta entre otras cosas, por nafta, petróleo y azufre capaz de arder sobre el agua e inventada hacia el 650 d.n.e. por un griego de Siria llamado Calínico, que, al parecer, había recibido la fórmula de los alquimistas de Alejandría-.
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